Para E, para nosotros.
Somos un envase vacio.
Somos autómatas de lo cotidiano.
Hay presencias que nos inundan, y partidas que dejan vacio.
Estos contenedores vacios que son nuestros cuerpos.
Son la piel mudada de la serpiente.
La nada se vislumbra a través de la membrana.
Esta piel que antes sentía, ahora es pergamino de ausencias.
Ya ni siquiera el dolor nos habita, ya ni la angustia nos
habla.
Somos arácnidos y crustáceos.
Somos esas urnas vacías.
Aunque el inconsciente nos alerta,
Que aún quedan corazones hechos pedazos…
Que no estamos del todo vacios:
Somos las ruinas de corazones que neciamente se resisten a
dejar de latir.
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