Imagen de Pachamama |
El prisionero sostenía siempre la mirada hacia el techo de
la celda. Había perdido la noción del tiempo, no sabía cuanto transcurrió
encerrado, ni imaginaba cuanto más faltaba para su ejecución.
El confinamiento solitario no fue su decisión, menos que le
quitaran su libreta y su lápiz. ¿Por qué el estado decía protegerlo de sí mismo
privándolo de escribir? No se suicidaría con un lápiz; más peligrosas eran las
ideas que se acumulaban sin poder expresarlas, sin escape.
Por eso decidió no volver a hablar, y en medio del silencio
reivindicar su libertad interior.
(Este mini relato no fue seleccionado en una convocatoria, por eso lo comparto en mi blog)
2 comentarios:
está güeno. tarde pero seguro Mike, siempre me late leerte y saber cómo ves todo desde tu perspectiva. creo que el texto pudo terminar con más punch, pero por lo demás: muy bien.
saludos.
Gracias mi Vlad! Es un ejercicio de micro-relato y me acabe las 100 palabras antes del punch... jajaja un abrazo mi estimado!
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