Apenas amanece y regreso a casa. Son pasadas las seis de la mañana, una ducha caliente espera por mí. Salgo de la regadera y me visto. Me dirijo al cuarto donde mis hijos duermen con mi madre, despierto primero a Mariana, con un beso en la frente, ella es la mayor ya esta grandecita, pude asearse sola.
Con Rodri batallo un poco más para que despierte, solo tiene seis años y aun llora cuando lo arranco de sus sueños. Mamá despierta con el berrinche de mi pequeño, ella le tiene mucho cariño y lo calma con dulzura. El niño se deja llevar por su abuela al cuarto de baño cuando Mariana regresa de bañarse. A ella le gusta que yo la ayude a vestirse, es feliz usando el uniforme de la primaria pública, lo que no le gusta es que yo la peine, así que la dejo acicalándose mientras me voy a la cocina a preparar el desayuno mientras mis amores terminan de arreglarse. Hacer el desayuno para mi familia es mi parte favorita del día. Avena y fruta para mamá, ella ha estado enferma, aun así me ayuda con los niños. Fruta y cereal con yogurt para Mariana, que últimamente anda muy melindrosa con la comida, dice que no quiere ser gorda. Pero el que realmente es difícil es Rodri, él sólo quiere su huevito revuelto y pan dulce con leche tibia, no lo podemos hacer que desayune algo distinto. Tras estar despierta toda la noche, yo tomo sólo café. Desayunamos los cuatro juntos, Marianita y Rodri nos dicen lo que harán hoy en la escuela, son muy buenos chicos. Mamá me da instrucciones sobre lo que se necesita en la casa y lo que hace falta para la comida de hoy. Llevo a los niños a la escuela, brincando charcos en la calle sin pavimentar. Cuando los dejo, camino al supermercado y hago los encargos de mamá. Regreso y me apresuro a limpiar la casa y lavar la ropa del día, para por fin dormir.
Despierto, son casi las 6 de la tarde, tomo un baño largo, me perfumo, las bragas y el sostén de encaje transparente es artificio necesario. Me maquillo con destreza, sin prisa. Medias de red, minifalda negra con chaquira y lentejuela, una blusa animal print ceñida, zapatillas y bolso que hacen juego. Salgo pasadas las 8 de casa, tras besar a mis hijos. Por ellos me he dejado de falsos orgullos. Entiendo muy bien en que país vivo, no voy a partirme la madre en una fábrica por un salario mínimo que no me permita procurarles lo indispensable. Sería peor seguir con aquel hombre que nos maltrataba a cambio de techo y comida, que se decía padre y no se interesaba en sus hijos, creo que eso es peor que la prostitución. Yo podré ser una puta, pero con la mirada en alto, digno sostén de mi familia.
(Este texto fue escrito originalmente para una convocatoria on-line, pero ya terminado por cuestión del espacio indicado en las bases, decidí subirlo al blog)
2 comentarios:
Hay de pecados a pecados... Sin lugar a dudas...
Está Conmadres! xD ;)
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