Hay un refran que dice: “Por algo Dios no le da alas a los alacranes.” A veces siento que la ponzoña más letal corre por mi sangre y con mi mente imagino como podría hacer infeliz a X o Y, como destruir las ilusiones que algunos romanticos aun construyen; los logros de cualquiera con una sola palabra.
A veces la ira me impulsa a golpear la pared, porque los limites de las “buenas costumbres” me impiden romperle la cara al primer transeunte que se cruce en mi camino. Molerlo a golpes.
A veces pienso que si mi nivel de jerarquia fuera superior, más de cinco estarian en la calle con las puertas cerradas, sin una luz a su paso.
Simplemente creo que mi cordura esta en la cuerda floja, al punto que si caigo, la maldad pura, genuina, brotaría sin más, sin cargo de conciencia. Porque a cada paso que doy a la meta anelada mi corazón se endurece progresivamente.
Estoy a un paso de la locura… aun conciente de lo que siento, hay algo en mi que agradece que no todo me salga bien, que las cosas no se den como espero, solo asi me contengo de disparar un arma, porque aun me siento vulnerable.
Por eso agradezco que Dios no me hiciera alacran, ni me diera alas… porque yo, volando pico.
2 comentarios:
Me suena...
A pesar de las picadas, siempre hay antídotos.
No podemos evitar lo que somos... y si algún día tuvieras esas alas, a picotear se ha dicho. Pero sigue soñando con ellas, quién sabe a lo mejor y te sientan bien y todo.
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