domingo, junio 14, 2020

Los episodios




¿Qué caso tiene llamar "diario" a este blog si lo abandono por meses? Se supone que pretendo compartir aquí lo que es vivir con EM, sin embargo mi vida no ha cambiado de forma radical.
En realidad no es esto de lo que quiero escribir en esta entrada, en realidad sólo escribo para distraerme del dolor y la dificultad para respirar por los que estoy pasando en esta madrugada.
No soy médico y no pretendo ser preciso con lo que voy a describir a continuación: el tratamiento que llevo para la enfermedad es con base en un medicamento llamado Acetato de Glatiramer, este me lo aplico diariamente alternando en las zonas grasa ubicadas en brazos, piernas y cintura.
La experiencia con el medicamento merece una entrada en sí, así que volveré a este en otra ocasión.
Ocurre algo cuando no se aplica adecuadamente la inyección y el contenido de la jeringuilla entra directo en el torrente sanguineo, una sensación que ocurre apenas retiras la aguja de tu cuerpo y qué como lo resumió la neuróloga que veo: sientes que te estás muriendo.
Lo primero que siento cuando esto ocurre es una opresión en el pecho que me dificulta respirar, acto seguido siento que los músculos del plexo solar se contraen lo que me provoca una arcada involuntaria, siento unas punzadas en las sienes por ese esfuerzo que mi cuerpo realiza por su propia voluntad, la sensación de músculos contrayendose desciende ahora la espalda baja, es muy difícil mantenerse en pie del dolor en la zona lumbar, sin poder respirar, doblado, sintiendo que la cabeza va a explotar en cualquier momento, sudando frío... 
Las primeras veces estas sensaciones eran cada vez más violentas y me dejaban agotado. Llegué incluso a sentir náuseas, vomite, incluso "desalojé" los intestinos. No sabía lo que pasaba y el neurólogo que lleva mi seguimiento mensual en el Hospital General de Zona al que acudo no me explicó a qué se debía esto: "son cosas que pueden pasar".
No fue hasta que vi a la neuróloga del Centro Médico Nacional que me atiende cada 6 meses que me explicó que cuando la aguja de la jeringuilla no se introduce a la profundidad requerida puede liberarse su contenido en venas, arterias o vasos sanguíneos provocando éstas reacciones. 
Desde entonces tengo más cuidado al inyectarme, sólo que a veces, como hoy, ya lo hago desganado, mecánicamente y pasó esto. 
Cómo vivo solo, he aprendido algunas cosas para disminuir el dolor y la ansiedad que esto me provoca :
1) En cuanto distingo que "me va a dar" (porque sí, esto se siente, se anuncia), procuro mantener la calma, suena trillado, pero funciona.
2) Busco algo firme en que apoyarme (el mueble modular de la sala o mi escritorio). 
3) Comienzo a hacer respiraciones profundas por la nariz, trato de ignorar la sensación de imposibilidad de respirar y me concentro en inhalar y exhalar profunda y rítmicamente. 
4) Cuando siento que la sensación se está desplazando a la espalda baja me aferro a mantenerme de pie lo más erguido posible, sí, es muy doloroso, pero las primeras veces busqué sentarme y estoy convencido que esto intensificó los "episodios".
5) Estos "episodios" nunca duran lo mismo, la intensidad puede variar y evito pensar en eso mientras pasa. Tener algún distractor mental ayuda a evitar la angustia (y vaya que es angustiante), por eso hoy tomé la tableta y estoy escribiendo esto.

Está pasando ya y creo que la libré otra vez. 


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